miércoles, 6 de noviembre de 2013

Anegados (capítulo 5)

Cerré el ordenador y salí en busca del museo del pueblo. Me habían dicho que lo poco que tenían de recuerdos moraba entre aquellas paredes pintadas de cal blanca. Por dentro me sonaba un diálogo continuo, que me invitaba a parar esta búsqueda infructuosa. Pero ya no tenía marcha atrás, algo me empujaba a descubrir qué era todo eso que parecía una sesión de cine en tres dimensiones, a la que yo estaba invitada para presenciar las escenas de manera integrada, a veces como protagonista, a veces como público. Una brisa fresca me envolvió y me despeinó queriéndome arrastrar en sentido contrario. ¿Qué decía mi amiga madrileña de las piezas? Ah, sí, ahora lo recordaba, algo así como que ella era una pieza que no encajaba en ningún molde, que todo el mundo tiene su hueco para acomodarse menos ella. ¡Qué metáfora más gráfica para describir mis sentimientos!. Así me sentía desde hacía mucho tiempo, tanto que ya no lo recordaba. Por eso me había permitido el viaje de descanso, para desconectar y descubrir qué me pasaba. Había fracasado en casi todo. Dije casi, pero era en todo. Sonreí amargamente. Pero ¿por qué me había venido hasta aquí?. Había una ficha del puzzle que me faltaba, un hueco en mi memoria, una nebulosa que había pretendido no reconocer. Antes de zambullirme en la confusión de mi mente desordenada, llegué al museo. No había nadie y la calma era densa, infinita, era tan grande como el vaivén de la respiración del pueblo entero, como el vaivén del lago en dulce y suavísimo movimiento. Entré y tardé unos minutos en adaptar mis pupilas, que pasaban de la luz explosiva exterior a una semipenumbra húmeda con perfume de tierra mojada.
Respiré profundo, consciente de tener los dedos de las manos y de los pies en tensión, agarrotados, y la boca apretada como queriendo contener las palabras que se enredaban y se hundían. Mis pasos me llevaron a las paredes que contenían fotos enmarcadas, fotos en blanco y negro.
Enfoqué mis ojos en las fotos, una a una. Lo sabía. Los momentos detenidos en el tiempo, aletargados, eternizados en un cartón resquebrajado. Ahí estaban. Cada uno de los que había conocido. Estaba Raúl con sus ojos oscuros y su sonrisa conquistadora. Estaba la masajista que me había narrado el anegamiento entre velas e inciensos. Estaban todos mirándome. Estaba el viejo Anchorena, el más rico del pueblo. Eran fotos  de treinta años atrás. O más. Pero estaban igual que ahora. Exactamente igual.
  —¿Te encontraste en las fotos o te tengo que ayudar? —la voz sonó oscura, con matices terrosos, pero calma.
  —Señor Anchorena, al fin tengo el gusto de conocerlo  —le dije temblorosa, intentando simular una serenidad que no tenía—, ¿en qué fotos me tengo que encontrar?.
  —En éstas —dijo señalando un cuadro enmarcado en madera clara—. ¿Te reconocés?¿No cambiaste tanto,  ¿verdad? ¿Cuántas veces la gente te considera más joven de la edad que vos creés tener?, decíme. —añadió susurrando casi sobre mi hombro mientras yo miraba mi propia imagen en la foto. Una imagen de mí misma de treinta años atrás. Pero igual que ahora.  Ante mi silencio aterrado, me volvió a hablar.
  —¿No te acordás de nada?
  —¿Qué tengo que recordar? Esto es un engaño, intentan volverme loca o algo así. —intentaba gritar pero mi voz se deshilachaba en un murmullo que arañaba mis labios.
  —La piedra la encontraste vos, Nora.
  —¿De qué piedra me está hablando?
  —De la piedra que me intentaron robar, la que vos encontraste hace años.
De golpe me sentí cansada. Todo me daba vueltas alrededor. Me tuve que sentar en el suelo, sudando y tiritando a la vez. Y el olor a humedad, a verde, a rocas y barro, a algas y peces, anegándome,  juntamente con las palabras perdidas y los recuerdos olvidados.

5 comentarios:

  1. Me gusta ese giro hacia lo sobrenatural que está tomando la cosa. Nos matarás de ansiedad con tanto misterio...

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  2. Se cocina el último capítulo, ¿o es el penúltimo? ...:)

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  3. La piedra filosofal?, el elixir de la vida?,
    queremos saber cuanto antes, quién encontró esa piedra mágica y misteriosa.
    Pablo.

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  4. Perdón, chisst, tranquilo chati, que en cualquier momento... paso más información (léase con tono castizo chulito)... influenciada por cierto madrileño- talaverano de la Queen... :)

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