martes, 7 de mayo de 2013

Cambio

No sabía qué le estaba ocurriendo. Todo lo que había sido normal parecía trastocarse. El mundo tal como lo había conocido, con una determinada cantidad de luz, con la humedad normal del ambiente, con los sonidos y los olores, todo había cambiado.
No se sentía bien. Había oído que comentaban, ahí fuera, de su existencia, de sus razones para no querer salir.
Había sido tan seguro estar aislado. Se sentía tan protegido. No pretendía nada más, le daba igual que le explicaran del futuro, de las ilusiones, de lo que le esperaba si hacía el esfuerzo de cambiar.
La penumbra era acogedora en su permanecer estático. Qué le podría deparar la vida sino sufrimiento, que ya se manifestaba en el mero hecho de pensar en moverse.
No. No quería nada nuevo, no se arriesgaría a asomar su cabeza para que alguien le golpeara, o le hiciera daño. Mejor estar solo.
Mejor estar aislado. Mejor no moverse de la rutina inerte de subsistir con el mínimo esfuerzo.
A veces escuchaba voces. Se esforzaba para distinguir el origen, el tono, la densidad de las palabras. Pero era inútil.
Tenía una sordera emocional. Una parálisis de sentimientos. Una parada cardíaca en el valor.
Era posible que arrastrara signos grabados de una vida anterior. Una vida anterior que lo hubiera predeterminado a sentirse acobardado ante la idea de arriesgarse y salir.
Pero le inyectaron algo. Aquellos hombres con bata blanca, a los que no entendía qué decían, ni qué esperaban de él, le clavaron una sustancia.
Y el mundo al completo comenzó a estremecerse.
Lo supo. No podría resistir mucho tiempo más.
Había llegado el final.
Le explotó una cosa nueva en su interior y era tristeza. Perdía su mundo. Lo perdía. Irremediablemente.
Se resistió unas horas. Y al final se entregó.
Lo invadió otra sensación nueva y era la decepción, la desilusión. Intentó comprender porqué lo obligaban si él no quería, porqué lo arrastraban fuera de su cueva, de su casa, de su vida.
Tuvo muchos sentimientos nuevos pintados de diferentes colores.
Sufrió en su resistencia.
Resistió en su sufrimiento.
Y luego de horas y horas, luchando por seguir en su felicidad solitaria, en su reducido universo redondo y pasivo, en su existencia serena sin búsquedas eternas ni promesas incumplidas, luego de sufrir y resistirse al cambio, la vida lo empujó hacia adelante.
Olvidó todo lo pasado.
Se deslizó con una facilidad inédita.
Sintió vértigo.
Nació.

6 comentarios:

  1. Nacer lo hace todo el mundo. Renacer sólo está al alcance de unos pocos.

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  2. La soledad a veces es saludable.

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  3. ya te echaba de menos, prefiero que irrumpas en mi soledad, amiga! ;)

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  4. A todos nos asusta salir de nuestra zona de confort, yo no lo recuerdo, pero seguro que se debía estar de coña (anda, ahora entiendo esta expresión), bueno al final lo que quería decir, es que si estamos cómodos y calentitos y no nos atrevemos a salir, es posible que nos podamos estar perdiendo algo impresionante...así que ¿por qué no dar el salto?

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  5. Ey! Alberto! Gracia por entrar! saltemos, saltemos ;)

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