viernes, 17 de mayo de 2013

Efímero


Cuando el tiempo es efímero, cae en cascada el sol, y rueda la luna, locamente, por un cielo que no aguanta del mismo color.
Las palabras se escapan, corren por los papeles, se forman con tinta efímera, en un materia efímero que algún día se perderá.
Las miradas se transforman en gritos desesperados, que no llegan a ningún sitio, porque se esparcen y se vuelven silencio.
El silencio es un segundo, un segundo es un latido, un latido es esa química que se despierta en mi cuerpo, efímero.
Las manos intentan retener la piel,  la piel intenta retener la caricia, la caricia pasa y se apaga, efímera.
Se sacude el alma en mil vibraciones, se transforma en explosiones en el cuerpo, se esparce por cada uno de los pensamientos.
Explota la emoción, nace el deseo, siente la piel, y todo es efímero.
Cuando el tiempo deja de existir y queda el remanso y la calma, podemos creer que sigue y es siempre, podemos creer que para, y es nunca.
Una foto, en blanco y negro, de un paisaje que nunca he visto antes, que se llena de colores cuando el tiempo se detiene, o dejamos de medirlo.
Cuando jugamos a ser niños que de adueñan del presente y desconocen el paso de los segundos, ignoran lo que es el futuro.
No hay más futuro que éste presente que transcurre, no hay más pasado, que el puente hasta el ahora.
Cuando pinto mis fotos de ahora, de mis días contigo, no hay tiempo efímero. No hay tiempo.
Los segundos son eternos y la eternidad es la medida de esperar lo que está por llegar.
Y me vuelvo una niña que se adueña del presente, que se olvida del pasado, y que ignora la existencia incierta, efímera, del futuro.

2 comentarios:

  1. A mi se me ha detenido el tiempo y casi la respiración leyendo tus preciosas palabras.

    ResponderEliminar
  2. Ay, si pudiéramos detener el tiempo o manejarlo a nuestro antojo, solamente en algunas ocasiones parece suceder ese truco de magia...

    ResponderEliminar