martes, 16 de abril de 2013

Pasado a la carta

No recordaba nada de su pasado.
Desconocía el porqué de su memoria anegada. Le resultaba tan incómodo hablar con la gente y no tener nada que contar, ninguna historia para comparar o compartir, que comenzó a inventarse un pasado. Y se lo inventaba de acuerdo a los lazos que iba gestando con el mundo. Por ejemplo, se inventó un matrimonio felíz, un tanto rutinario, con casa con vistas. Para darle un tono de tragedia interesante, se declaró viuda, con divorcio incluído. Esta franja imaginaria la acercaba a parejas rotas o amigos casados, ya que en alguna cosa podía coincidir y sentirse parte del grupo.
Como un matrimonio no era lo más aventurero que uno se puede imaginar, le agregó a su pasado una vida creativa, un tanto progre. Fue saxofonista de jazz en una ciudad como Buenos Aires, plagada de sonidos mezclados y ensambles imposibles. Tocó en escenarios a la luz de la luna, en veranos tórridos, ante un público embelesado.
Para matizar tanta vida bohemia, se imaginó dando clases a niños pequeños, en escuelas pobres de barrios marginales, se vio ayudándoles en sus carencias terrenales y afectivas. Se vio abrazada por cientos de infantiles almas, que reclamaban su atención y sus besos.
Creó a una dependienta, a una camarera, a una viajante.
Le dio forma a una niñez de barrio sencilla,  a una adolescencia oxidada por la falta de rumbo.
Creó una amante dulce, sensual, a otra fría y distante, a una amante casual y a otra fiel eternamente.
Creo a una mujer enamorada, aún sabiendo que era inútil
Le dio forma a una mujer triunfadora, que arrasaba por donde fuera y a la que los hombres deseaban con solo mirarla, pero también otra que sufría y no se sabía encontrar ni su sombra, perdida en su soledad.
Fue una cantante, una escritora  y un hada con poderes.
Se movió a si misma por Europa, se subió en una moto y se sumergió en los mares, descubriendo un mundo insólito e inesperado.
Se dibujó pintando, bailando, girando.
Se giró a sí misma en su cabeza, imaginándose en tantas y tantas calles, con tanta gente, tan distinta.
Hizo un pasado a la carta, con historias diferentes guardadas en cajones de su mente. Unos cajones inventados porque los reales estaban vacíos.
Pero un día alguien colgó su foto en internet.
Y alguien la reconoció: dijo haber tocado en su grupo de jazz un verano en Buenos Aires, en el parque Centenario.
Y alguien la reconoció: dijo haber sido su alumno en una escuela humilde pero llena de cariño.
Y alguien la reconoció: dijo haber sido lector, observador, amante, amigo.
Nunca supo si realmente había vivido esas historias, o fue la fuerza de su mente que al crearlas, las había creado.
Ahora imagina el futuro, lo inventa, lo reescribe, lo toca y lo pinta.
Intenta decorarlo con un brillante esplendor. Lo rodea de afecto, de caricias, de proyectos. Imagina ayudando a los reales y a los imaginados.
Y de ésta manera encuentra la calma en su mente, inventando lo bueno que pueda venir, esperando el milagro de llegar al sitio, a las personas, a la forma, al fondo, al fin que ya ha visto en su cabeza.
Igual que vió el pasado y lo transformó en realidad.
Ahora inventa un futuro, mientras camina por un presente entre sueños, creadores de nuevos sueños, que espera, desea, anhela, poder vivir.
Ahora crea un futuro a la carta.

4 comentarios:

  1. Intuyo que ese futuro que se está reescribiendo será un best-seller ;)

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  2. si es así, si lo escribo correctamente, se lo deberé a mi mentor... ;)

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  3. Espero estar, de alguna manera..., en ese futuro.

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  4. para la risa asegurada, estás en el presente, que es lo mejor Anita!

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