martes, 9 de julio de 2013

Bíceps (capítulo 1)

Hace muy poco, comencé a trabajar en un gimnasio. Soy entrenador personal. Hasta ahora no sabía lo mucho que me importaba el cuerpo, el de los demás, bueno... el de alguno de los demás. No pasaron más de dos horas y me señalaron a mi primer cliente. ¡Dios mío! Nunca había visto tanto músculos reunidos en un solo físico. Acero puro. Casi un ser de ciencia ficción. Cuando pude recobrar el habla y algo de mi sentido común, me acerqué para presentarme. Uno cree en Dios cuando descubre cierta justicia divina en la creación de un ser, perfecto en su forma, pero sin desarrollar en su fondo. Digamos que si no hablaba, mi cliente hercúleo era la perfección en persona. Repito, si no hablaba. Pero, por otra parte, ¿para qué iba yo a querer charlar con semejante portento?. A estas alturas, habrán comprendido que mi inclinación sexual  se inclina, valga la redundancia, hacia lo masculino. Soy gay. Pero lo supe hace muy poquito. La primera vez que ejercí de entrenador de Hércules, pensé que desde afuera se vería extraño que un tío normalito como yo, más bien delgado y no precisamente provisto de una gran masa muscular, estuviera haciendo de entrenador de un todopoderoso. Alejé mis pensamientos desmoralizantes y me centré en mi trabajo, y mi trabajo era "su" cuerpo. Me obsesioné, tengo que decirlo. Todo el día pensaba en sus bíceps, sus tríceps, sus cuádriceps. Diseñaba formas más óptimas para aumentar el riego sanguíneo a cada una de sus fibras musculares. Investigaba estiramientos que alargaran dichas fibras y le dieran oxígeno y movilidad. En mi ojos flotaban a la noche, las gotas de sudor que de día se deslizaban por su cara, por su pecho, por sus abdominales tallados en piedra maciza.
Hércules era un portento y además siempre estaba feliz. Era ese tipo de felicidad acuosa de los peces, que no van más allá, que no tienen más memoria que la de un segundo y tres vueltas de pecera.
Las conversaciones más interesantes versaban sobre potingues que aportaban proteínas y diversas formas milagrosas de duplicar el volumen corporal. O sea, la conversación de mi súper hombre era un horror de los grandes, pero que más me daba. Me gustaba, me ponía, me tenía embobado. El problema es que me comencé a sentir cada vez más débil ante él. Y no me refiero a fuerza física, porque en eso siempre hubiese salido perdiendo. Más bien era una pérdida de mi fuerza interior; comencé a sentir celos hasta de las máquinas a las que abrazaba en su machaque diario. Celos de las miradas que le asignaban los compañeros de sala, los monitores, hasta el personal de limpieza. No distinguía si lo miraban por atractivo, por que lo deseaban, o simplemente porque era un elemento más del paisaje. Aquello de estar en el camino de la mirada de otro y formar parte en algún momento, de su pensamiento, de manera aleatoria. Los celos enfermizos, la sensación de haber perdido el control de mi vida, me hicieron pensar que tenía que poner distancia para volver a la normalidad. Lo jodido del tema es que era tarde. Colgaba mi tiempo pendiente de su tiempo, de sus llamadas, de sus miradas, de sus sesiones conmigo. Tenía que poner remedio a tanto descontrol si quería seguir vivo, porque ya ni comía ni descansaba como antes. Pero el despertador seguía sonando por las mañanas, y el trabajo me esperaba impertérrito. Me levantaba excitado. Me acostaba excitado. Era una bomba de relojería hormonal. Estar enganchado de Hércules me estaba trastornando. Por esos días comenzaban las obras de renovación de los vestuarios. El gimnasio se llenó  de paletas que exhibían tus torsos tostados por el sol, desnudos y llenos de polvo. Fuera por levantar pesas, o por levantar tochos, lo cierto es que estaba rodeado de hombres de diseño. Tuve una idea brillante. Era el momento perfecto.  Tenía que elegir: o Hércules,  o yo…

4 comentarios:

  1. Te mueves como "pez en el agua"(¿eufemismo?) en relatos con fondo de gimnasio ¿por qué será?. Espero ansiosa la continuación.

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  2. Acá no se sabe bien si es fondo de gimnasio o fondo de "armario" ¿no?...próximamente la continuación. ;)

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