martes, 16 de julio de 2013

Tríceps (capítulo 2)

  —¿Te he dicho que me apunté en otro gym?
  —No, pero si tú estás más que musculado, nen, ¿para qué cojones quieres cambiar?
  —Ya, tío, pero quiero mantenerme y necesitaba un entrenador personal, ya sabes que en el gym del barrio no hay más que máquinas.
  —¿Y qué tal?¿has conocido alguno?
  —Sí, uno, se llama Manu, me mete caña, no creas.
  —¿Y está bueno?, me dijeron que los monitores, en general, están muy bien.
  —Es normal, pero a mí me gusta. Lo que no sé es si le gusto yo, o no.
  —Tú, cariño,  nos gustas a todos.
  —¡Calla, zorrón!, te lo digo de verdad, me tiene perdido.
  —Pero, ¿por qué?, explícate un poco que no te entiendo, cari.
  —Bueno, me mira con unos ojos, como si yo fuera una presa y él un león  a punto de comerme, pero luego se desentiende de mí, y yo intento darle conversación, pero me pongo nervioso y solamente hablo de musculación y entrenamiento.
  —¿Tú nervioso? ¡Anda ya!.
  —Te lo juro, y no sé porqué me gusta, también te lo digo, porque no es lo que hasta ahora me atraía, tu recuerdas a mi ex, ¿no?
  —No podría olvidarlo aunque quisiera, ¡qué cuerpazo!.
  —Pues éste es todo lo contrario, no está mal pero no es, ni mucho menos, un cuerpazo. Incluso a lo mejor es hetero, no lo tengo claro,  pero mira, me gusta.
  —Vaya, vaya, o sea que todos estamos detrás de tu palmito y tú decides enfocar tu atención en un tío que no sabes ni que cartas juega ni te da la hora; solamente te ayuda a estar más bueno, si eso es posible, para que nosotros sigamos babeando por donde pisas.
  —¡Qué exagerado eres, zorrón! Pero a lo mejor tienes razón, me gustan las complicaciones.
  —¿Por qué no le tiras la caña, a ver que pasa?
  —A lo mejor lo hago, claro que quizás reboto como una pelota de goma. Piensa que alguna vez lo he pillado mirando a las tías, eso es lo que me marea.
  —Chico, a lo mejor es bi.
  —Podría ser que estuviera pasando de pantalla, ya sabes que pienso de la bisexualidad.
  —Sí, que es un camino de transición, que no existe, y yo que sé cuántas cosas más, a veces eres más cuadriculado que un sudoku.
  —Bueno, bueno, hablo por muchos, ya sabes. Pero es lo mismo, si me entero que es hetero me seguirá gustando, no sabría explicarte porqué.
  —Me voy a pasar por ese gym, ¿tienes invitaciones?
  —Sí, te puedo hacer entrar dos veces en el año, y aparte ahora está en reformas, y está lleno de paletas, quiero decir, que sea como sea, verás palmitos.
  —Perfecto, zorrón. La semana que viene me voy un día contigo y veo al entrenador misterioso que te tiene tan interesado.
  —Cuento contigo, cari.
Mientras hablaba con su amigo, recordaba ciertas miradas de su entrenador personal. Tenía la sensación de gustarle y también de que se había topado con un tío complejo, extraño.
Se preparó la mochila con ropa limpia y eligió con cuidado la camiseta que se pondría para entrenar. Era la mejor que tenía y la que mejor le sentaba. Esa misma tarde lo intentaría. Lo invitaría a cenar, al fin y al cabo, ¿qué podía perder?, estaba acostumbrado a que lo siguieran, lo acosaran, lo sedujeran. Así que, la novedad de que hombre permaneciera impasible ante su presencia. lo tenía en tensión y más interesado de lo que hubiera pensado estar por alguien tan normal y poco llamativo. Se miró en el espejo y pensó que su atractivo iba en aumento como sus músculos. Triunfaría. No iba a darse por vencido a la primera si le decía que no. Su entrenador era especial y él quería descubrir el porqué.

6 comentarios:

  1. Intuyo un resorte narrativo en los paletas... ¿Para cuándo el Cuádriceps?

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  2. Intuyes, intuyes...¿Cómo es que ahora sabe de músculos, profesor ;)?

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  3. Siempre he sabido mucho del tema. Después del cuádriceps viene el quíntuceps, y luego el séxtuceps, y así hasta el infinito y más allá ;)

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  4. Muy buena la idea de darnos historias por entregas, yo quiero más... lo has dejado en un punto de lo más interesante.

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